domingo, 7 de junio de 2015

León III y las reformas iconoclastas.



León III y las reformas iconoclastas.
A veces pensamos que la crítica al enriquecimiento de la Iglesia y las actitudes poco piadosas de los sacerdotes se generaron con la Reforma Protestante, específicamente con los trabajos de Lutero y Calvino. Resulta curioso que en pleno apogeo bizantino se llevaron a cabo reformas contra el abuso de la Iglesia y su peligrosa concentración de poder, esto mediante una interpretación diferente de las Escrituras. Veamos como sucedió todo esto.
León visualizó cambios en la estructura administrativa del Imperio para asegurar su supervivencia y fortaleza ante las constantes amenazas externas e internas. En primer lugar buscó reducir el poder de los generales administradores de los themas (divisiones administrativas iniciadas por Heraclio), tenía presente que él mismo ascendió al poder luego de consolidarse como líder de un thema. Como solución hizo más pequeños los themas, de esta forma disminuía el poder económico y militar de los administradores.
Pero la reforma más radical hasta ese entonces vino de la intención de reformar el rito religioso a través de la supresión de los íconos (imágenes). Como se puede apreciar en nuestro medio predominantemente católico, la adoración a esculturas, pinturas y demás formas de arte religioso, son parte indiscutible del rito. Miles de personas se concentran en torno a una escultura y a la misma atribuyen milagros, la gente se desplaza distancias muy grandes para venerar las esculturas y como producto de todo este movimiento se genera mucha actividad económica. El desarrollo del iconodulismo (tendencia a adorar imágenes) es bien explicada por Asimov (1982, p. 141):
“Los primeros cristianos seguían siendo opuestos al arte religioso, pero a medida que el cristianismo se hizo menos judaico y más griego, cambió la situación. Los griegos se dedicaban abrumadoramente al arte y no podían evitar el hacer reproducciones, en dos o tres dimensiones, de Jesús, de la Virgen María y de los santos. Después de todo, no eran los ídolos bestiales de dioses imaginarios o figuras monstruosas con cabezas de animales; eran imágenes de figuras santas o divinas que habían pasado por la tierra como seres humanos. Servían como símbolos para concentrar la atención de los que rezaban en los individuos en quienes pensaban con devoción, y servían como historias bíblicas ilustradas para los que no sabían leer. Embellecían más las iglesias y alegraban los corazones de los cristianos. Entonces, ¿por qué eran malos? Razonamientos como estos tuvieron éxito, y los íconos llegaron a ser una parte indispensable de la Iglesia Cristiana, tanto en Occidente como en Oriente. No es sorprendente que fueran especialmente numerosos en Grecia.”
 Las otras dos religiones del medio bizantino: el judaísmo y el islam, prohibían las imágenes y adicionalmente no todos los cristianos aceptaban el iconodulismo como algo implícito al rito. La principal crítica se daba en el análisis que establecía que los íconos eran adorados por el populacho como si fueran divinos en sí (por ejemplo un pedazo de tela era atribuido de generar milagros solamente por el hecho de haber pertenecido a algún santo).
La oposición a los íconos era fuerte en Asia Menor, región que tuvo por motivo de las guerras con los árabes, contacto con el islam y su simplificada filosofía respecto a Dios. León III, que como conocemos, fue originario de Siria, procedía de una familia opuesta a la veneración de íconos. Los cristianos del Asia Menor consideraban a los íconos como perversos, reiteramos ya que tenían un contacto mayor con el judaísmo y el islam.
La defensa de la veneración a los íconos provenía de los monjes quienes eran una fuerza política y económica fuerte en el Imperio (solo Constantinopla contaba con cerca de cien monasterios), los monjes defendían a una iglesia ritualizada mediante íconos y adornos que seducían e impresionaban a la gente (a modo del mundo del espectáculo hoy en día). Los monjes como poseedores de los milagrosos íconos ejercían mucha influencia sobre el inculto pueblo, y no tenían ninguna intención de renunciar a el poder implícito a este hecho, especialmente al poder político, claro está. Los monasterios se hacían cada vez más ricos, obviando los principios de las Escrituras sobre la adoración solo a Dios.
El iconodulismo se cree tuvo su origen en tiempos de Constantino I. Elena, la madre de Constantino se atribuyó la hazaña de haber descubierto la Vera Cruz que estaba guardada en Jerusalem (antes de que sea robada por los invasores islámicos) A esto se sumaron luego los clavos, la corona de espinas, la lanza con la cual fue herido Cristo, etc. Desde entonces se puso de moda que cada iglesia tenga cualquier reliquia que haya pertenecido a algún santo y que por la misma se obren milagros. Constantinopla recibió en el 470 un supuesto manto perteneciente a la Virgen María. Con el tiempo la fe popular atribuía a María la defensa de la ciudad, tal como los paganos romanos asignaban a Juno la protección de Roma.
León III se decidió a disminuir el poder de los monjes por las siguientes razones:
1.     Creía que los íconos eran una forma perversa de idolatría, y que de esta forma los monjes ejercían una función diabólica. Además como se mencionó anteriormente, su uso iba en contra de los evangelios.
2.    El que el pueblo viva sometido al poder sobrenatural de la Virgen María o de las reliquias, debilitaban la voluntad popular e impedían el emprendimiento propio.
3.    El clero y sus anexos, no estaban obligados al servicio militar, por lo cual se disminuían los efectivos militares.
4.    El clero no pagaba impuestos por su enorme riqueza, tampoco ofrecía sus bienes para la defensa del Estado o de la obra pública.
En el 726 se publicó el primer decreto para simplificar el rito religioso y eliminar los íconos. Los funcionarios del gobierno, apoyados por el ejército, entraban a las iglesias y destruían las imágenes junto a todo otro objeto de culto tales como ropas, trapos, o accesorios.
Los iconodulas (reiteramos, los que veneran íconos), tenían su centro más fuerte en Grecia y se rebelaron contra el gobierno en el 727, que inclusive nombraron Emperador a un hombre llamado Cosmos. La rebelión fue aplastada exitosamente.
El ejército era abrumadoramente iconoclasta y con su apoyo las reformas se fueron consolidando. Por supuesto el ejército resentía de los privilegios de la Iglesia y de su concentración de poder económico y político que de poco servía  cuando era necesaria, por ejemplo en el momento de las invasiones externas.
Para entonces el control bizantino en Italia se había debilitado mucho, esto produjo que se un curioso movimiento migratorio desde Grecia al sur de Italia por parte de los iconodulas. El papa occidental, Gregorio II en ese entonces, mantuvo firme su posición que solamente él podía opinar respecto al culto, además Gregorio II era el mayor terrateniente de Europa y no vio con buenos ojos los edictos imperiales para que la Iglesia pague impuestos por sus grandes propiedades. El papa incluso invitó a que los lombardos invadan Italia ya que le pareció el dominio germano como un mal menor. En el 731 las tropas imperiales vencieron a los lombardos, pero las suertes estaban echadas. Los cristianos de habla latina sabían poco sobre cuestiones teológicas y los motivos reales de la iconoclastia, para ellos solamente importaba que en Oriente había en Emperador que hablaba griego y que destruía las imágenes de la santa virgen y los santos. Gregorio III, quien reemplazó a Gregorio II excomulgó a los iconoclastas, incluso al Emperador, y fue más duro contra la iconoclasta, siendo apoyado por Occidente.
En términos generales el reinado de León III fue exitoso ya que consiguió estructurar mejor las finanzas imperiales y su reorganización de los themas hizo al Imperio más fuerte para luchar contra los enemigos externos. En su afán de alianzas con los reinos exteriores, León casó a la hija del gobernante kazaro con su hijo y futuro heredero. En cuanto a las leyes, reorganizó el código de Justiniano actualizándolo en idioma griego, denotando en las reformas mayor humanidad y benevolencia.
El legado de León sin duda hubo de inspirar a Lutero y Calvino y por ende a todo el movimiento protestante que se dio en Europa. León fue el salvador del cristianismo al contener a las poderosas fuerzas árabes, que de haber conquistado Constantinopla hubieran atacado a Europa con mayores facilidades. Finalmente la iconoclastia no triunfó, y los iconodulas cronistas posteriores obscurecieron injustamente el nombre del León, calificándolo de herético.
Pero la recuperación de Bizancio no se detuvo con León III, ni tampoco el avance de la Iconoclastia. Tal como Alejandro Magno superaría a su padre, el hijo de León lo superó con un reinado que fortaleció más las finanzas y consolidó la iconoclastia como política de estado. El Emperador Constantino V, merece sin duda un capítulo aparte.

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