León III y las reformas
iconoclastas.
A
veces pensamos que la crítica al enriquecimiento de la Iglesia y las actitudes
poco piadosas de los sacerdotes se generaron con la Reforma Protestante,
específicamente con los trabajos de Lutero y Calvino. Resulta curioso que en
pleno apogeo bizantino se llevaron a cabo reformas contra el abuso de la
Iglesia y su peligrosa concentración de poder, esto mediante una interpretación
diferente de las Escrituras. Veamos como sucedió todo esto.
León
visualizó cambios en la estructura administrativa del Imperio para asegurar su
supervivencia y fortaleza ante las constantes amenazas externas e internas. En
primer lugar buscó reducir el poder de los generales administradores de los themas
(divisiones administrativas iniciadas por Heraclio), tenía presente que él
mismo ascendió al poder luego de consolidarse como líder de un thema. Como
solución hizo más pequeños los themas, de esta forma disminuía el poder
económico y militar de los administradores.
Pero
la reforma más radical hasta ese entonces vino de la intención de reformar el
rito religioso a través de la supresión de los íconos (imágenes). Como se puede
apreciar en nuestro medio predominantemente católico, la adoración a
esculturas, pinturas y demás formas de arte religioso, son parte indiscutible
del rito. Miles de personas se concentran en torno a una escultura y a la misma
atribuyen milagros, la gente se desplaza distancias muy grandes para venerar
las esculturas y como producto de todo este movimiento se genera mucha
actividad económica. El desarrollo del iconodulismo (tendencia a adorar
imágenes) es bien explicada por Asimov (1982, p. 141):
“Los primeros cristianos seguían siendo
opuestos al arte religioso, pero a medida que el cristianismo se hizo menos
judaico y más griego, cambió la situación. Los griegos se dedicaban
abrumadoramente al arte y no podían evitar el hacer reproducciones, en dos o
tres dimensiones, de Jesús, de la Virgen María y de los santos. Después de todo,
no eran los ídolos bestiales de dioses imaginarios o figuras monstruosas con
cabezas de animales; eran imágenes de figuras santas o divinas que habían
pasado por la tierra como seres humanos. Servían como símbolos para concentrar
la atención de los que rezaban en los individuos en quienes pensaban con
devoción, y servían como historias bíblicas ilustradas para los que no sabían
leer. Embellecían más las iglesias y alegraban los corazones de los cristianos.
Entonces, ¿por qué eran malos? Razonamientos como estos tuvieron éxito, y los
íconos llegaron a ser una parte indispensable de la Iglesia Cristiana, tanto en
Occidente como en Oriente. No es sorprendente que fueran especialmente
numerosos en Grecia.”
Las otras dos religiones del medio bizantino:
el judaísmo y el islam, prohibían las imágenes y adicionalmente no todos los
cristianos aceptaban el iconodulismo como algo implícito al rito. La principal
crítica se daba en el análisis que establecía que los íconos eran adorados por
el populacho como si fueran divinos en sí (por ejemplo un pedazo de tela era
atribuido de generar milagros solamente por el hecho de haber pertenecido a
algún santo).
La
oposición a los íconos era fuerte en Asia Menor, región que tuvo por motivo de
las guerras con los árabes, contacto con el islam y su simplificada filosofía
respecto a Dios. León III, que como conocemos, fue originario de Siria,
procedía de una familia opuesta a la veneración de íconos. Los cristianos del
Asia Menor consideraban a los íconos como perversos, reiteramos ya que tenían
un contacto mayor con el judaísmo y el islam.
La
defensa de la veneración a los íconos provenía de los monjes quienes eran una
fuerza política y económica fuerte en el Imperio (solo Constantinopla contaba
con cerca de cien monasterios), los monjes defendían a una iglesia ritualizada
mediante íconos y adornos que seducían e impresionaban a la gente (a modo del mundo
del espectáculo hoy en día). Los monjes como poseedores de los milagrosos
íconos ejercían mucha influencia sobre el inculto pueblo, y no tenían ninguna
intención de renunciar a el poder implícito a este hecho, especialmente al
poder político, claro está. Los monasterios se hacían cada vez más ricos,
obviando los principios de las Escrituras sobre la adoración solo a Dios.
El
iconodulismo se cree tuvo su origen en tiempos de Constantino I. Elena, la
madre de Constantino se atribuyó la hazaña de haber descubierto la Vera Cruz
que estaba guardada en Jerusalem (antes de que sea robada por los invasores
islámicos) A esto se sumaron luego los clavos, la corona de espinas, la lanza
con la cual fue herido Cristo, etc. Desde entonces se puso de moda que cada
iglesia tenga cualquier reliquia que haya pertenecido a algún santo y que por la
misma se obren milagros. Constantinopla recibió en el 470 un supuesto manto
perteneciente a la Virgen María. Con el tiempo la fe popular atribuía a María
la defensa de la ciudad, tal como los paganos romanos asignaban a Juno la
protección de Roma.
León
III se decidió a disminuir el poder de los monjes por las siguientes razones:
1.
Creía
que los íconos eran una forma perversa de idolatría, y que de esta forma los
monjes ejercían una función diabólica. Además como se mencionó anteriormente,
su uso iba en contra de los evangelios.
2.
El que
el pueblo viva sometido al poder sobrenatural de la Virgen María o de las
reliquias, debilitaban la voluntad popular e impedían el emprendimiento propio.
3.
El
clero y sus anexos, no estaban obligados al servicio militar, por lo cual se
disminuían los efectivos militares.
4.
El
clero no pagaba impuestos por su enorme riqueza, tampoco ofrecía sus bienes
para la defensa del Estado o de la obra pública.
En
el 726 se publicó el primer decreto para simplificar el rito religioso y
eliminar los íconos. Los funcionarios del gobierno, apoyados por el ejército,
entraban a las iglesias y destruían las imágenes junto a todo otro objeto de
culto tales como ropas, trapos, o accesorios.
Los
iconodulas (reiteramos, los que veneran íconos), tenían su centro más fuerte en
Grecia y se rebelaron contra el gobierno en el 727, que inclusive nombraron
Emperador a un hombre llamado Cosmos. La rebelión fue aplastada exitosamente.
El
ejército era abrumadoramente iconoclasta y con su apoyo las reformas se fueron
consolidando. Por supuesto el ejército resentía de los privilegios de la
Iglesia y de su concentración de poder económico y político que de poco servía cuando era necesaria, por ejemplo en el momento
de las invasiones externas.
Para
entonces el control bizantino en Italia se había debilitado mucho, esto produjo
que se un curioso movimiento migratorio desde Grecia al sur de Italia por parte
de los iconodulas. El papa occidental, Gregorio II en ese entonces, mantuvo
firme su posición que solamente él podía opinar respecto al culto, además
Gregorio II era el mayor terrateniente de Europa y no vio con buenos ojos los
edictos imperiales para que la Iglesia pague impuestos por sus grandes
propiedades. El papa incluso invitó a que los lombardos invadan Italia ya que
le pareció el dominio germano como un mal menor. En el 731 las tropas
imperiales vencieron a los lombardos, pero las suertes estaban echadas. Los
cristianos de habla latina sabían poco sobre cuestiones teológicas y los
motivos reales de la iconoclastia, para ellos solamente importaba que en
Oriente había en Emperador que hablaba griego y que destruía las imágenes de la
santa virgen y los santos. Gregorio III, quien reemplazó a Gregorio II excomulgó
a los iconoclastas, incluso al Emperador, y fue más duro contra la iconoclasta,
siendo apoyado por Occidente.
En
términos generales el reinado de León III fue exitoso ya que consiguió estructurar
mejor las finanzas imperiales y su reorganización de los themas hizo al Imperio
más fuerte para luchar contra los enemigos externos. En su afán de alianzas con
los reinos exteriores, León casó a la hija del gobernante kazaro con su hijo y
futuro heredero. En cuanto a las leyes, reorganizó el código de Justiniano
actualizándolo en idioma griego, denotando en las reformas mayor humanidad y
benevolencia.
El
legado de León sin duda hubo de inspirar a Lutero y Calvino y por ende a todo
el movimiento protestante que se dio en Europa. León fue el salvador del
cristianismo al contener a las poderosas fuerzas árabes, que de haber
conquistado Constantinopla hubieran atacado a Europa con mayores facilidades.
Finalmente la iconoclastia no triunfó, y los iconodulas cronistas posteriores
obscurecieron injustamente el nombre del León, calificándolo de herético.
Pero
la recuperación de Bizancio no se detuvo con León III, ni tampoco el avance de
la Iconoclastia. Tal como Alejandro Magno superaría a su padre, el hijo de León
lo superó con un reinado que fortaleció más las finanzas y consolidó la
iconoclastia como política de estado. El Emperador Constantino V, merece sin
duda un capítulo aparte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario