sábado, 27 de junio de 2015

León IV y Constantino VI.



León IV y Constantino VI.
Constantino V murió en su trabajo: liderando una de sus numerosas campañas contra los búlgaros. El sucesor fue León IV, el hijo del primer matrimonio de Constantino V (con la princesa kazara), por este motivo suele llamarse a este emperador León Kazaro.
Constantino había escogido a una hermosa mujer de Atenas llamada Irene para esposa de su sucesor, y simplemente cuando la conoció León Kazaro quedo maravillado con ella. El nuevo emperador procuró seguir la política de su padre en cuanto a las campañas contra los búlgaros y los árabes y también a favor de la iconoclastia. Las políticas iconoclastas de León Kazaro fueron débiles y conciliadoras, influenciadas por el iconodulismo de Irene. Irene en lo posterior sería santificada por la Iglesia Ortodoxa.
Prontamente muere León Kazaro el 8 de septiembre del 780 a los treinta años y su hijo menor a cinco años fue el nuevo Emperador, siendo su madre, la hermosa Irene la regente. En estas circunstancias Irene movió sus fichas para la restauración de los íconos. Para ese entonces la administración de la Iglesia era iconoclasta, por lo cual el trabajo no fue fácil para Irene. Tuvo que tomar acciones desagradables ante el pueblo y principalmente ante el ejército tales como obligar  dimitir a altos cargos eclesiásticos.
El ejército que desde la llegada al poder de León III recuperó su autoestima y por las victorias, se sentía cómodo con la política iconoclasta, lideró la oposición a Irene. Las acciones de Irene fueron debilitar al ejército reduciendo sus presupuestos, y como esto implicaba la populista política de reducción de impuestos, por mínimos que sean, Irene se estaba haciendo popular entre la población civil. Irene se arrojó con ímpetu al cambio de la política religiosa y convocó un concilio ecuménico en el 786, sin embargo el ejército lo impidió. Irene intentó de nuevo llevar un concilio ecuménico y en el año 787 se llevó a cabo el Séptimo Concilio Ecuménico en Nicea, en el mismo se restauró el culto a los íconos, pero como algo curioso solo se permitió el alto relieve, no la escultura.
En el caso de Irene se aplica muy bien el dicho, tal como es bonita es mala, sin duda por muchas causas Irene merece un capítulo aparte, sea por hermosa, por perversa, por indolente, por santa, etc.
Hacia el 787 Constantino VI ya tenía cerca de veinte años, y como emperador titular, trato de poner fin a la regencia de su madre; por supuesto Irene se opuso y buscó que el ejército le jurara fidelidad. Sin embargo la mayoría del ejército apoyaba la iconoclastia y además no aceptaba el liderazgo de una mujer, por lo cual Irene fue desterrada. Constantino no fue digno, de su tatarabuelo, de su abuelo, ni de su padre inclusive; y sin ningún tipo de criterio hizo regresar a su madre del exilio en el 792 para tenerla a su lado. Sin duda fue algo de lo que llegó a arrepentirse.
Irene asumió estratégicamente el poder pintando como moral su necesidad de tomar la primera magistratura. Su despistado hijo tenía una esposa llamada María y una amante llamada Teodota. Imprudentemente, ante los ojos de la santurrona corte se divorció de su esposa y se casó con su amante en el 796. Se dio entonces un golpe de estado liderado por Irene que apresó al legítimo Emperador y lo mandó a cegar.
Irene asumirá el poder entre los años 797 y 802. Con Constantino VI culminó la llamada dinastía Isáurica que inició con León III un gran estratega y reformador.  

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